¿En qué momentos te extraño más?
Sin dudas, los sábados por la tarde.
Añoro esas tardecitas en las que sabía que ibas a llamar. Cuando querías (eso decías) escucharme y quedarte con el sonido de mi voz hasta que llegara el lunes.
Te extraño en este atardecer de invierno, gris y frío. El viento sur añade una nota de tristeza al despeinar una y otra vez la copa de la palmera que evito mirar, porque me llena de nostalgia. Pero no se puede escapar a sus lamentos y termino haciéndolos míos.
Una mesa llena de recortes me espera y presiente otra tarde estéril. El mate se enfría solitario a un costado y yo dibujo letras como estrellas.
Vos seguís allí, tan cerca, tan lejos. Ahora invisible. Siempre inaccesible.
Tal vez no tenga sentido que te cuente aquí mi tristeza, no sé si venís a esta, mi ventana, a recordar tardes de sol y noches de luna llena. No, tal vez no tenga sentido y estas letras se conviertan en estrellas muertas.
Aun así, te escribo, te nombro, te pienso... cada atardecer de sábado.
Sin dudas, los sábados por la tarde.
Añoro esas tardecitas en las que sabía que ibas a llamar. Cuando querías (eso decías) escucharme y quedarte con el sonido de mi voz hasta que llegara el lunes.
Te extraño en este atardecer de invierno, gris y frío. El viento sur añade una nota de tristeza al despeinar una y otra vez la copa de la palmera que evito mirar, porque me llena de nostalgia. Pero no se puede escapar a sus lamentos y termino haciéndolos míos.
Una mesa llena de recortes me espera y presiente otra tarde estéril. El mate se enfría solitario a un costado y yo dibujo letras como estrellas.
Vos seguís allí, tan cerca, tan lejos. Ahora invisible. Siempre inaccesible.
Tal vez no tenga sentido que te cuente aquí mi tristeza, no sé si venís a esta, mi ventana, a recordar tardes de sol y noches de luna llena. No, tal vez no tenga sentido y estas letras se conviertan en estrellas muertas.
Aun así, te escribo, te nombro, te pienso... cada atardecer de sábado.
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